Las últimas noticias sobre Portugal la señalan como una alternativa a la austeridad. Un éxito económico por la aplicaciónv de medidas de recuperación de salarios, pensiones e incluso con bajas de IVA en algún producto concreto. 

Sin embargo, mirando sus “números” macroeconómicos algo no encaja en todo este “éxito”. Deuda por encima del 130%, un crecimiento muy bajo del 1,8% y un sistema financiero sin sanear. Es verdad que las tasas de paro bajan del 10% pero algo no cuadra en ese número con el resto de datos macro. El mantenimiento del Estado se basa en las inyecciones de liquidez del BCE a través del QE que permite financiarse, cuestión que sería inviable sin el BCE. 


Y revisando noticias y números de diferentes fuentes, todas coinciden en una única cosa. El liderazgo de Antonio Costa y su capacidad de negociación son sus puntos fuertes y una ventaja competitiva de Portugal. 

Desde que llegó al gobierno, un poco de carambola, su intención de voto no deja de subir, la confianza de los consumidores aumenta y la relación con la Unión Europea ha mejorado tanto que se atreve a intentar negociar, con mucha calma, una reestructuración de la deuda alargando el plazo, lo cual daría mucho pulmón a la economía portuguesa. 

Y tengo la sensación que más que las políticas aplicadas, la diferencia se encuentra en aquello que olvidamos su importancia tan habitualmente, el liderazgo. Liderazgo para fijar objetivos, compartirlos y alcanzarlos. Pero también para mantener la “paz social” que mejore la percepción de salida de la crisis y anime al consumo interno y volver a un círculo virtuoso que permita seguir reduciendo el paro, crecer, mejorar salarios y reducir deuda. Ese camino no siempre se consigue exclusivamente con políticas económicas, también con “confianza en la recuperación”. 

No hay que olvidar que las crisis también son sociológicas y que un líder pueden unir a la gente de distintas opiniones en un camino común de recuperación a través de la confianza. Nadie quiere vivir una crisis perpetua, un camino bien argumentada acompañada de “guiños” a las clases más castigadas, permite incrementar la confianza en el futuro. 

Una señal de liderazgo es que su intención de voto roza el 50% siendo además socialdemócrata, que como todos sabemos, está en franca recesión en intención de voto. 

El liderazgo como herramienta intangible no debe ser descartada en política. Ese que une y no separa y que permite mantener un entorno que propicie la recuperación. Contundencia en base a hechos, resultados y confianza. 

Por lo demás, no escondamos la realidad. Portugal está en quiebra y su sistema financiero cerca de ello y si mañana el BCE dejara de comprar su deuda pública, los resultados serían gravísimos para los ciudadanos. Pero, el camino tomado, control del déficit público e incremento de salarios en línea con el incremento de consumo, permite tener ciertas esperanzas de una recuperación a largo plazo. 


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