Pues aquí estamos. Una país entero esperando a que el presidente de la Generalitat nos aclare que dijo en ese discurso que iba a pasar a la historia. 1.000 periodistas esperando la declaración de independencia de Cataluña pero Puigdemont, en ese alarde de estirar el chicle indefinidamente, consiguió que unos entendieron que declaro un “si pero no”, otros un “no pero si”, otros “ahora no pero después si”,  otros “ahora si pero lo difiero” y otros “ahora no pero quizás mañana tampoco..” O lo que es lo mismo, mantienen el juego de trileros pero ya con una sensación de vergüenza ajena que cualquiera pudo sentir en ese momento. Y todo, que es lo más importante, haciendo suyo a todo un pueblo.


Porque lo principal es que “la realidad es muy tozuda” y por mucho que queramos  creer en una realidad paralela, los hechos ponen y quitan razones. Ni UE ni apoyo internacional ni suiza del sur ni democracia ni “las empresas se pegarán por venir a Cataluña.”

Mientras los políticos juegan a despistar, las empresas se van, el turismo cae, las empresas desplazan servicios fuera y presentan ERES, se cierra el parlamento 15 días y los mossos pierden la confianza de los organos judiciales. Y solo se conoce los movimientos grandes, los pequeños son mucho mas masivos.

Los politicos catalanes aplican las leyes cuando quieren y como quieren, incluso las suyas, dando una sensación de inseguridad jurídica de país tercermundista, no aclaran cuál es la hoja de ruta, intentan ganar con la prensa y twitter lo que no ganan en los órganos internacionales y buscan apoyos extranjeros en grupos de difícil encaje internacional. Y si todo esto no fuera suficiente, una política de la CUP adelanta que si hay República habría control de capitales. Vamos, si había dudas, las aclaró rápidamente.

Ese país ideal, ecologista, republicano, igualitario y lleno de adjetivos, la realidad, tozuda, nos dice que será empobrecido, excluido de Europa y sin peso específico. Marginado por sus vecinos, Francia y España.

Pero si no es suficiente con la realidad, se intenta retorcerla para justificar lo injustificable. ¿Las empresas se van? No tiene efecto fiscal y es un movimiento político del Estado Español. Ya volveran esas y el resto que no estaban. ¿Los jueces no se fían de los mossos? Justicia politizada. ¿Ningún país nos apoya? Si lo hacen pero en la intimidad. Nos llaman mediadores. ¿155? Eso si que es antidemocrático y no nuestra visión democrática fuera de la ley. 

No os lo merecéis y no nos lo merecemos. Nadie se merece poner en riesgo el futuro de una o varias generaciones a base de mentiras y manipulación. Nadie se merece que le prometan el paraíso cuando ese paraíso no puede llegar. Nadie se merece que nos enfrenten, nos etiqueten y nos dividan. Nadie se merece que le oculten la verdad, le distorsionen los efectos de las decisiones y les pongan de primera línea de defensa. Nadie se merece que destruyan el estado de derecho donde todos tenemos cabida. Nadie se merece que destruyan una economía dinámica en pocas semanas. Nadie se merece lo que está pasando, piensen lo que piensen y sientan lo que sientan.

Ahora seguiremos esperando a que esos políticos tomen la decisión más importante de los últimos años en España. O reconocer que todo era una gran mentira o la tozuda realidad aplicará su peso sobre Cataluña destruyendo empleo y calidad de vida. Porque nadie debe dudar que la independencia no va a llegar, al menos ahora, y que se volverá al escenario de confrontación si los políticos catalanes no dan un paso atrás.

Y digo Cataluña porque la independencia sería catastrófica para las clases medias y bajas pero el 155, único camino ya disponible, aunque sería menos traumático porque permitiría mantener la solidaridad interregional, dejaría una imagen de Cataluña poco apetecible para los inversores con las graves consecuencias sobre el empleo a medio plazo.

La busqueda de la confrontación como método de fuerza para conseguir apoyo internacional ha fallado. Y como método para forzar al resto de España a “claudicar” también. Y fallará siempre en la UE porque “gritar más fuerte nunca significa tener razón.”

Si nos fijamos en Grecia, Ucrania, UK, Quebec o Escocia se pueden sacar lecciones que nos ayudan a entender qué ocurre y qué va a ocurrir. Eso sí, ahora la última moda es la “vía Eslovena”, quizás tendríamos que analizar el momento, la situación y su pasado para entender que entre Cataluña y Eslovenia no hay ningún parecido ni similitud que indique que son caminos similares. Pero el chicle sigue estirándose y siempre tiene cabida una mentira más o una medio-verdad más.

Hay que confrontar los sentimientos con la realidad. Los sentimientos son libres y siempre respetables pero la realidad es solo una y muy tozuda. 

Muchos, me atrevo a decir una mayoría,  estamos en contra del famoso DUI no por conceptos patrióticos si no porque sería dramático para los catalanes. Quizás nuestro patriotismo no sea tanto de objetos si no de personas.

2 comentarios en “La realidad es muy tozuda

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